viernes, 28 de febrero de 2014

El Matiz

2 de marzo, octavo domingo

NO PODÉIS SERVIR A DIOS Y AL DINERO

Jesús desenmascara la enorme ambición que guarda
el corazón de cada persona y que la somete a un vértigo de almacenamiento
tal que nunca se da por satisfecho.
La vida se convierte en una pirueta acrobática de insaciable avaricia.

Y en esa dirección se pierde la perspectiva de lo común, lo fraterno y
la alegría urgente del compartir como una manera de vivir humanamente.

El Padre de Jesús, nuestro buen Dios, si alcanza el corazón de cada persona
Puede establecer en él un reclamo de justicia y dignidad para todos.

Es un grito, el de la humanidad excluida de lo necesario para vivir, ensordecedor.
No se puede imaginar cómo hacemos para acallarlo. ¿Sordos? ¿Tapones?
¿Insensibles?

La acumulación, que tiene tantos asociados y de tan variada procedencia:
Individuos, familias, empresas, sociedades, religiones, lobies, etc
es un atentado contra el proyecto del reino de Dios, que es la fraternidad.

Por eso Jesús advierte a sus amigos que si dejan al corazón regirse por el dinero,
el reino de Dios encontrará enorme resistencia para establecerse.